Domingo Savio
Santo Domingo Savio
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Nacimiento
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Fallecimiento
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9 de marzo
de 1857
(15 años) Mondonio
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Venerado en
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Todos los países del
mundo salesiano
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5 de marzo
de 1950
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12 de
junio de 1954
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Parturientas - Acólitos
y Monaguillos
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En febrero de 1849, toda la familia se traslada a Mondonio. Domingo tiene siete años y una preparación y madurez poco común para su edad. El 8 de abril de 1849, Domingo recibe su primera comunión en la Parroquia de Castelnuovo de Asti. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas, pronunció los propósitos que venía preparando desde hace tiempo, y que quedaron escritos en su devocionario:[1] Resoluciones tomadas por mí, Doménico Savio, en el año de 1849, en el día de mi Primera Comunión, a la edad de siete años:
- Me
confesaré a menudo, y comulgaré tan frecuentemente como mi confesor lo
permita.
- Deseo
santificar los domingos y fiestas en forma especial.
- Mis
amigos serán Jesús y María.
- La
muerte antes que pecar.
En 1854
(a los once años de edad) entra a formar parte del oratorio de Don Bosco.
Sería un alumno fuera de lo común y expresará sus deseos de convertirse en sacerdote.
Seis meses luego de ingresado al Oratorio, tras un sermón del
Padre Bosco acerca de la austeridad y el sacrificio, donde remarcaba que cuando
uno se siente oprimido por alguna calamidad o molestia del cuerpo, hay que
ofrecérselo a la Virgen. Éste sería el medio más adecuado para llegar a la más
alta perfección. En ese momento el niño Domingo se propuso convertirse en santo. Domingo comenzó a realizar austeridades de
todo tipo, como consumir sólo la mitad de su ración de comida, dormir menos
tiempo y rezar más. Sentía gran devoción por la Virgen
María, llegando a permanecer más de cinco horas diarias rezando. Una noche de invierno, Don Bosco encontró a
Domingo temblando de frío en la cama, sin más cobertor que una sábana. -¿Te has
vuelto loco? ¡Vas a coger una pulmonía!
-No lo creo -respondió Domingo-. Nuestro Señor no cogió ninguna pulmonía en el establo de Belén. Desde entonces Don Bosco le prohibió formalmente hacer ninguna penitencia sin su permiso. Domingo quedó triste. El Padre le insistió que la penitencia que Dios quiere es la obediencia a los superiores. Muerte Tal como había predicho Don Bosco, la salud de Domingo empezó a empeorar. En febrero de 1857 tuvo fortísimos accesos de tos que le obligaron a guardar cama durante semanas. El domingo 1 de marzo fue enviado de vuelta a la casa de sus padres, en Mondonio. Un médico diagnosticó que padecía de algún tipo de inflamación en los pulmones y decidió sangrarlo, según se acostumbraba en aquella época. Domingo siguió empeorando. Los primeros días de marzo de 1857, Domingo recibió los últimos sacramentos. Al anochecer del lunes 9 de marzo rogó a su padre que recitara las oraciones por los agonizantes. A las diez de la noche trató de incorporarse y murmuró: Adiós, papá. El Padre me dijo una cosa, pero no puedo recordarla. Súbitamente su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo, y exclamó: ¡Estoy viendo cosas maravillosas! Esas fueron sus últimas palabras. Fue sepultado el miércoles 11 de marzo de 1857. Sus restos permanecieron en la capilla del cementerio de Mondonio. En 1914 el obispo de Turín ordenó que los restos fueran trasladados a Turín. Los campesinos de Mondonio se negaron a perder a su santo, y empezaron a turnarse día y noche para evitar el traslado. En octubre de 1914, la Iglesia pidió a las autoridades civiles de Mondonio que intervinieran. Los huesos de Savio fueron trasladados a la Basílica de María Auxiliadora, en Turín. Santidad El 12 de junio de 1954 el papa Pío XII lo canonizó. Su fiesta se celebra el 6 de mayo. Con motivo del 50.º aniversario de su canonización, durante el 2005, las reliquias de santo Domingo Savio hicieron un viaje regional salesiano: Italia, Libia, Siria y España. La urna con las reliquias del Santo cuenta con una reproducción del cuerpo de Domingo en la postura en que murió y debajo de la imagen se encuentran sus restos mortales.
-No lo creo -respondió Domingo-. Nuestro Señor no cogió ninguna pulmonía en el establo de Belén. Desde entonces Don Bosco le prohibió formalmente hacer ninguna penitencia sin su permiso. Domingo quedó triste. El Padre le insistió que la penitencia que Dios quiere es la obediencia a los superiores. Muerte Tal como había predicho Don Bosco, la salud de Domingo empezó a empeorar. En febrero de 1857 tuvo fortísimos accesos de tos que le obligaron a guardar cama durante semanas. El domingo 1 de marzo fue enviado de vuelta a la casa de sus padres, en Mondonio. Un médico diagnosticó que padecía de algún tipo de inflamación en los pulmones y decidió sangrarlo, según se acostumbraba en aquella época. Domingo siguió empeorando. Los primeros días de marzo de 1857, Domingo recibió los últimos sacramentos. Al anochecer del lunes 9 de marzo rogó a su padre que recitara las oraciones por los agonizantes. A las diez de la noche trató de incorporarse y murmuró: Adiós, papá. El Padre me dijo una cosa, pero no puedo recordarla. Súbitamente su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo, y exclamó: ¡Estoy viendo cosas maravillosas! Esas fueron sus últimas palabras. Fue sepultado el miércoles 11 de marzo de 1857. Sus restos permanecieron en la capilla del cementerio de Mondonio. En 1914 el obispo de Turín ordenó que los restos fueran trasladados a Turín. Los campesinos de Mondonio se negaron a perder a su santo, y empezaron a turnarse día y noche para evitar el traslado. En octubre de 1914, la Iglesia pidió a las autoridades civiles de Mondonio que intervinieran. Los huesos de Savio fueron trasladados a la Basílica de María Auxiliadora, en Turín. Santidad El 12 de junio de 1954 el papa Pío XII lo canonizó. Su fiesta se celebra el 6 de mayo. Con motivo del 50.º aniversario de su canonización, durante el 2005, las reliquias de santo Domingo Savio hicieron un viaje regional salesiano: Italia, Libia, Siria y España. La urna con las reliquias del Santo cuenta con una reproducción del cuerpo de Domingo en la postura en que murió y debajo de la imagen se encuentran sus restos mortales.
Dominguito de Val
San Dominguito de Val
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Grabado de Mateo González (1793). |
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Fallecimiento
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Venerado en
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Iglesia Católica
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31 de
agosto (culto suprimido en 1965)
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Et porque oyemos decir que en
algunos lugares los judíos ficieron et facen el día del Viernes Santo
remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio,
furtando los niños et poniéndolos en la cruz, o faciendo imágenes de cera et
crucificándolas cuando los niños non pueden haber, mandamos que, si fama fuere
daquí adelante que en algún lugar de nuestro señorío tal cosa sea fecha, si se
pudiere averiguar, que todos aquellos que se acercaren en aquel fecho, que sean
presos et recabdados et aduchos ante el rey; et después que el sopiera la
verdad, débelos matar muy haviltadamente, quantos quier que sean. Alfonso X el Sabio, Partidas, VII, XXIV, ley 2) También
Geoffrey
Chaucer lo menciona en sus Cuentos de Canterbury (1387),
concretamente en el Cuento de la priora habla del niño Hugo de Lincoln
asesinado por judíos en el 1255. Cuentos similares sobre niños martirizados se
multiplicaron en toda Europa, pudiéndose contar seis casos en el siglo XII,
quince en el XIII, diez en el XIV, dieciséis en el XV, trece en el XVI, ocho en
el XVII, quince en el XVIII y treinta y nueve en el XIX.[1]
La veneración del santo
Altar
barroco churrigueresco en la Capilla de Santo
Dominguito del Val, en la Seo de Zaragoza (España) Dominguito fue canonizado y se le
considera el patrón de los infantes de la escolanía de la ciudad y de los monaguillos.
También se creó una cofradía de labradores para recordar el hecho y celebrar la
conmemoración. La cofradía fue renovada en 1496, año en el que los restos del
santo fueron trasladados de la capilla de San Vicente a la sacristía.
Más tarde se llevaron a la capilla del Espíritu Santo hasta que en 1671 se creó
su propia capilla que todavía existe.
Tarsicio
De
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San Tarsicio
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«Tarsicio, mártir cristiano» (1868), obra del escultor francés Alexandre Falguière (1831-1900). Musée d'Orsay. |
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Mártir
de la Eucaristía
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Fallecimiento
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aproximadamente en 257
o 258
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Venerado en
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Principal Santuario
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La iglesia de San
Silvestre in Capite (Roma) se atribuye poseer sus reliquias
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Se lo representa con
un hostiario en el pecho
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Acólitos
y ministros de la eucaristía
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Par meritum, quicumque legis, cognosce duorum,
quis Damasus rector titulos post praemia reddit.
Iudaicus
populus Stephanum meliora monentem
perculerat saxis, tulerat qui ex hoste tropaeum,
martyrium
primus rapuit levita fidelis.
Tarsicium
sanctum Christi sacramenta gerentem
cum
male sana manus premeret vulgare profanis,
ipse animam potius voluit dimittere caesus
prodere quam canibus rabidis caelestia membra.
Damasi Epigrammata, Maximilian Ihm, 1895, n. 14
La
iglesia de San Silvestre in Capite se atribuye la guarda de las
reliquias de Tarsicio. El epitafio, que compara la muerte de Tarsicio
con la de Esteban el protomártir, es indicativo de que, en efecto, Tarsicio
habría muerto lapidado tal como indica el martirologio.[1]
[5]
Hoy no existe una identificación plena de su sepultura, aunque la iglesia
de San Silvestre in Capite, una basílica menor de Roma, se atribuye
poseer sus reliquias. San Tarsicio fue celebrado el 15 de
agosto. En la actualidad, la Iglesia Católica reserva esta fecha para la
celebración de la solemnidad de la Asunción de María. San Tarsicio no se menciona en
el calendario litúrgico actual, sólo en el Martiriologio romano.
Patronazgo
En el catolicismo,
San Tarsicio es el patrono de los acólitos y ministros de la Eucarístia, además
de aquellas personas que reciben la primera comunión.
Tarsicio
en las artes
Tapa
de la novela «Fabiola o la Iglesia de las Catacumbas», en su edición de
1893. En esta novela, Tarsicio es presentado como un joven acólito. La
historia de Tarsicio fue divulgada por el cardenal Nicholas
Wiseman, quien lo describió como un joven acólito en
su novela «Fabíola, o la Iglesia de las Catacumbas», publicada en su
primera edición en 1854.
La amplia divulgación de ese libro fue causa de la renovación y ampliación del
culto a Tarsicio. Fue la lectura de esa novela la que inspiró a su vez otras
representaciones, como la del escultor francés Falguière. Alexandre Falguière (1831-1900), quien ya era
famoso desde que en 1864 presentara en el salón su «Vendedor del combate de
gallos» (museo de Orsay), presentó cuatro años más tarde la
escultura «Tarsicius, martyr chrétien» (Tarsicio, mártir cristiano)
(ver la obra en la ficha, al inicio de este artículo). La acogida que tuvo esta
escultura confirmó el éxito de Falguière. La obra fue adquirida por el Estado
francés. Falguière elegió para la representación el momento en que el joven
Tarsicio, con una vestimenta drapeada, muere bajo los golpes de las piedras. El
epitafio, redactado por el papa Dámaso I, visible en las catacumbas de San Calixto en Roma, está
retranscrito en la base de la escultura. Las piedras ubicadas detrás, sugieren
el suplicio por lapidación. La obra hace referencia a los mártires neoclásicos,
como el joven Bara pintado por Jacques-Louis David en 1794 (museo Calvet, Aviñón).
Esta escultura de Falguière supo seducir en su época: las ediciones de esta
obra fueron numerosas, incluidos los grabados y las fotografías. En Roma, en la
iglesia San Lorenzo fuori le Mura, se puede admirar una estatua ilusionista de
Tarsicio, parecida al mármol de Falguière, pero con un dolorismo menos
reprimido.
y tu harías lo mismo que ellos hicieron por defender a Dios
pues yo si lo harías
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